martes, 12 de agosto de 2014

Se Apodera el Viento

Se apodera el viento, de la fría corteza, de troncos y robles, totalmente secos y doblados, espectrales y nocturnos. Se detiene el crecimiento de la vida, el silencio despelleja al bosque musgoso y tranquilo, mientras que los únicos espectadores blancos bancos espesos de niebla y vapor andante, que inunda y ahoga el negro azul del firmamento, se detiene cerca de una edificación antigua y apartada, conformada por bloques y adoquines pesados y pálidos... Se expandía desde el vértice superior de la amoratada boardilla un techado gris, alumbrado por la luna de la noche. Su lacónica forma denota la complejidad de su fantasmagórico abandono.

Se apodera el viento, de la hierba que creció, por arte de biología, cerca de la luz celeste, causando movimiento calmo e intranquilo, cerca de la torre, se acerca un movimiento, en aquella torre misera, de ventanales quebrados, y de mugrientas escalerillas, que dirigían hacia el nublado cielo, que desciende, mientras gira en eje y altura, ante el sol más helado, aumenta su lentitud y desaparece, para rehacer inevitable su repetición, hasta perderse y enfriarse en la tundra espacial.

Se apodera el viento, del muerto sistema, más allá de la vida, dentro y fuera de los polos intergalacticos, tanto si hubiese existido, aun más allá del gamma, los que existen inexistentes, y los que seguirán existiendo y están por existir... O, ¿Quien sabe?