viernes, 18 de julio de 2014

Prólogo a la oscuridad del espacio

El desdén de la inmensa masa infinita de cuerpos celestiales, me impregna de lo que es el frío y oscuridad del silencio Intergaláctico, crece la luz que enceguece mis sentidos... Y aunque estoy en el máximo apogeo, bajo el manto de galaxias eternas y astros inmemoriales, no termino de destruir el enredado de plata que me sujeta a mi planeta, y mas específicamente, me sujeta hacia la muerte mortal... Recorro un sendero invisible bajo los puntos de brillo inconseguible que son las estrellas, unas congeladas y otras tan o mas ardientes que el sol. Mis pensamientos se desprenden de lo que seria la corteza ensordecedora que no me deja pensar en mi tierra, las nubes de asteroides rodean el cinturón de Orión, y aunque me mantengo a distancia mas allá de el, cerca de Júpiter, pequeños escombros reducidos a piedras diminutas golpean leve e inevitablemente mis pies. Tinieblas grises y celestes mueven al universo nuclear en el espacio totalmente empapado de existencia, y pasados millones de siglos, la galaxia quedara solitaria y sin estrellas que iluminen el firmamento, sin otras galaxias ni formas y mundos alternos que nos acompañen, y probablemente al mirar el cielo solo podremos vislumbrar la oscuridad del espacio... Pero, solo en este planeta.